En sus orígenes defendió la candidatura de España como miembro de la Asociación Europea de Audioprotesistas en Berlín en 1977, guardaba con mucho cariño aquella estatuilla del Oso de Berlín, obtenida, a pesar de las reticencias recibidas por representaciones de otros países.
Era un hombre que tenía la organización en la cabeza y en su persona; su idea de organización, era en su totalidad y en cada una de sus partes, con sus posibilidades y sus debilidades.
Involucrado en la organización de cursos de prótesis auditivas en distintas Facultades de Medicina de importantes ciudades en nuestro país, Valencia, Sevilla, Barcelona, Bilbao, Madrid… posibilitando contactos que permitieron la creación de estudios oficiales de audioprotesistas.
Para los que lo conocieron, una persona admirable, por muchas razones que seguro no llegamos a reflejar en palabras, con espíritu innovador y de superación. Ha sido también el amigo con el que, charlar de lo humano y lo divino, de nada y de todas las cosas.
La muerte del Sr. Salesa, además de su impresionante forma de trabajar nos ha dejado una profunda huella como persona, por su afabilidad y sensatez, añade una dimensión a esa referencia que en vida tuvo, nos remite a compromiso y nos convierte en responsables de lo que hacemos, un legado de experiencia y conocimiento.
Un gran maestro, enseñaba lo que hacía en su práctica diaria, su forma de trabajar, han sido reflejo de su personalidad, profesional entregado, talentoso y con una ética excepcional.
Amaba lo que hacía y siempre motivaba a los demás para ser mejores personas y profesionales, un buen corazón. Nada mejor, para que se reconozcan sus esfuerzos, su mejor recompensa, que las nuevas generaciones de audioprótesis y los que han venido ejerciendo la profesión durante años, prosigan sus esfuerzos con profesionalidad y honradez para el mayor prestigio de nuestra profesión consiguiendo la óptima rehabilitación de los pacientes hipoacúsicos.
Hasta siempre Enrique,
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