Cualquier sonido que supere el umbral de los 80 decibelios pone en riesgo la salud auditiva. Sin embargo, el volumen de los dispositivos de audio personales, como los auriculares, puede llegar a 136 decibelios y uno de cada cuatro adolescentes lo pone a tope para escuchar música.
Una conducta que "duele", como afirman los médicos pues supera con mucho el sonido de los truenos de una mascletà, que rondan los 125 decibelios. "Y eso ya es mucho ruido", indican. Esa intensidad de forma continuada provoca lesiones inmediatas en el oído y es algo que ya sucede a una cuarta parte de los menores en la adolescencia.
De hecho, hay otorrinos que alertan de que quienes tienen el hábito de escuchar durante la infancia, la adolescencia y la juventud la música por encima de 80 decibelios durante más de 40 horas a la semana -o bien usan los dispositivos para otro fin lúdico como los juegos en línea- están abocados a daño acústico permanente.
La consecuencia principal es la afectación de las frecuencias para oír sonidos agudos, como el del reloj de pulsera o los pitidos del microondas y de la lavadora; problemas para comunicarse a sonido ambiente y para escuchar en una reunión de varias personas por la sobreexposición continuada.
No solo los cascos. La mitad de los jóvenes acuden a locales de ocio con música demasiado alta. En este caso el daño es de entrada temporal, en forma de acúfenos pasajeros (ruidos en el oído que solo percibe la persona afectada) pero cada vez es más frecuente que acudan a la consulta del médico e incluso a Urgencias hospitalarias tras un fin de semana de fiesta superados por la sintomatología que deja haber sometido el oído a un ruido excesivo.
"Estamos viendo gente de 25 años con audiometrías compatibles con traumas acústicos por el uso de auriculares. Es cada vez más frecuente que vengan con acúfenos y con caídas de 4.000 Hz (hercios) típicas de trauma acústico. También hay casos de determinados empleos en los que el trabajador no utiliza protección auditiva pero a esa edad la causa principal son los cascos, e influyen también los conciertos y los altavoces", afirma el doctor Antonio Almodóvar, jefe de Servicio de Otorrinolaringología del Hospital Universitario de Elche, que por otro lado acaba de poner en marcha una consulta específica de otoneurología para tratar los vértigos y las alteraciones del equilibrio.
En estos casos en que se escucha música a excesivo volumen, la pérdida auditiva se acelera. "El oído se va acomodando a un sonido que es tóxico. Sin darse cuenta utilizan un nivel de presión sonora muy alta", apostilla.
Según una reciente investigación, los exámenes audiométricos realizados a personas que han estado sometidas durante largo tiempo a altos niveles de ruido revelan una pérdida de agudeza auditiva en la gama de frecuencias más altas (entre 3.000 y 6.000 Hz) y en particular alrededor de los 4.000 Hz. Con el tiempo, esta gama de frecuencias va ampliándose hasta afectar a la banda conversacional (frecuencias entre 500 y 2.000 Hz).
El ruido destruye las células ciliadas del órgano de Corti (en el oído interno), que son muy sensibles, originando una hipoacusia neurosensorial de percepción, con disminución de los niveles de audición tanto a través del oído como en la transmisión de sonido a través del cráneo.
Esta patología puede ser irreversible ya que no se recupera la audición. Sin embargo, no existe tratamiento porque estos problemas de oído no conducen a los implantes que se están poniendo en algunos hospitales de la Comunidad Valenciana, entre ellos el General de Alicante, indicados para personas completamente sordas de nacimiento o por enfermedad que ha dañado tanto el oído que ni siquiera pueden escuchar con audífonos.
Los médicos temen que en unos años la pérdida auditiva de los jóvenes por escuchar música a demasiado volumen se convierta en un problema de salud pública. Los doctores del Servicio de Otorrinolaringología del Hospital Doctor Balmis de Alicante Óscar Vicente Alemán y Guillermo Severá destacan las campañas de la Sociedad Valenciana de Otorrinolaringología para prevenir la pérdida auditiva en los niños que están todo el día con auriculares a más de 100 decibelios sin darse cuenta de que el oído empieza a deteriorarse a partir de los 80 dB y de que sufrirán un daño acústico irreversible con el paso de los años.
"Cuanto más energía sonora, más probabilidad de daño. No hay que sobrepasar los 80 decibelios más de 40 horas a la semana. A partir de ahí se producen problemas. Lo mismo con la música de discoteca a más de 100 dB. Puede dar lugar a daño transitorio que se convierte en permanente cuando el contacto es prolongado", afirma el doctor Alemán.
En este sentido, los especialistas en Otorrinolaringología recomiendan limitar el volumen y el tiempo de uso de los auriculares, sobre todo los de botón, para preservar la salud auditiva.
El número de nuevos diagnósticos por problemas de audición ha aumentado un 51% de acuerdo con los datos del Sistema de Análisis de Sistemas de Información Sanitaria de la Conselleria de Sanidad. Los diferentes niveles asistenciales atendieron en la Comunidad más de 89.200 consultas relacionadas con problemas de audición el año pasado, la cifra más alta de los últimos cinco años.
El uso de estos dispositivos ha experimentado un incremento exponencial en determinadas franjas de edad en el entorno laboral (para el teletrabajo), lúdico (juegos o reuniones en línea) o docente (teleformación) a raíz de la pandemia por coronavirus pues no siempre se emplean de forma adecuada.
Sara Ferrero, otorrinolaringóloga en el Hospital General Universitario de Elda y miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Valenciana de Otorrinolaringología, ha recordado que "el volumen de los dispositivos de audio personales, como los auriculares, puede llegar a 136 dB y los sonidos perjudiciales suelen ser aquellos que se sitúan por encima de los 80”.
En este sentido, los especialistas, que apelan a la concienciación de fabricantes de dispositivos y de locales de ocio, aconsejan limitar el tiempo que dedicamos a actividades ruidosas, hacer descansos auditivos, reducir el uso de auriculares a alrededor de una hora diaria y no superar el 60 % del volumen máximo del dispositivo. Además, recomiendan que tengan el mayor grado de aislamiento externo posible y, si es factible, que incorpore sistemas de reducción del ruido ambiente para minimizar el volumen al que se usa.
En cualquier caso, si la persona experimenta sonidos constantes (acúfenos), pérdida de audición o dificultad para entender conversaciones, lo recomendable es consultar con un especialista para detectar las lesiones de forma precoz y adoptar las medidas oportunas.
En el caso de los menores, el diagnóstico temprano es crucial para que la pérdida auditiva no perjudique al aprendizaje.
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